“Los muertos están vivos”
No es fácil llegar a los 24, y no, no hablo de la edad. Y para una longeva franquicia como lo es la saga del agente con permiso para matar no debe serlo en absoluto. Spectre es el nombre de la nueva cinta de James Bond, cuarta a cargo de Daniel Craig y que viene a ser una especie de cierre a esta etapa de la saga, misma que vino a refrescar al personaje después de años de caer paulatinamente en una parodia que se toma demasiado en serio -al estilo de Austin Powers-.
Como dato contextual que puede ser determinante o no para la valoración de la presente reseña, no he visto ninguna de las anteriores entregas de la saga Bond exceptuando aquellas protagonizadas por Daniel Craig; por lo que, pese a que en cientos de sitios en internet hagan hincapié en que Spectre es la entrega más apegada al Sistema Bond, esta reseña se sustenta de los 148 minutos de metraje y no en los estereotipos clásicos de la saga.
Dicho lo anterior, Spectre arranca con un brillante prologo, ejecutado con sutileza gracias a un plano secuencia, adentrándonos al folclore mexicano durante los festejos del Día de Muertos -y la premiere de la cinta en nuestro país fue precisamente en la fecha-. La Ciudad de México se luce en esta toma, desde los vestuarios de catrinas hasta las edificaciones que nos llevan al Zócalo de la Ciudad, en una escena con uso mínimo de diálogos y una extenuaste y adrenalínica escena de acción al interior de un helicóptero, y es precisamente este el elemento que destaca: las grandes dosis de acción, que diferencian a esta parte de su antecesora.
Si bien hubo bastantes críticas sobre las pocas escenas de acción en Skyfall, los seguidores de las mismas estarán satisfechos con Spectre. Y es gracias a la dirección de Sam Mendes que no se cae en el cliché de las mismas, es decir, es un cineasta que sabe como realizar una escena intrépida, sin ser como el resto de directores que no saben filmar un puñetazo sin dividir el plano y marear la cámara.
Pero una película no se sustenta solo de las persecuciones y explosiones (de lo contrario, Michael Bay seria un genio), sino de la historia que las envuelve. En esta ocasión, James Bond tiene una nueva misión otorgada por la fallecida M (Judi Dech), misma que lo llevará a enfrentarse a la malvada corporación de la cual nos hablaron en Casino Royale para después dejar de lado en Quantum of Solace. Dicha misión llevará al 007 a enfrentar los fantasmas de su pasado, y a su vez, conocer el misterioso origen del personaje -aunque este no tenga mayor relevancia para la trama-.
Debo destacar la introducción a la Organización Spectre. Una vez Bond se hace con un anillo de los altos cargos, y posterior a su breve y candente encuentro con el personaje de Monica Bellucci, el agente entra una reunión privada en Roma, donde conoce los planes de la misma para ejecutar sus planes de contraespionaje mundial. Esta escena lo borda, definitivamente.
Como mencioné, Spectre destaca por su acción, pero es en escenas dramáticas como ésta donde el relato se afianza y logra generar tensión, así como poner en marcha nuestros engranes para tratar de estar a la par del pensamiento de Bond y prever a donde irá la película. Ejerciendo un dominio perverso en la tensión que trae consigo estar en los cuarteles de la ”malvada agencia”, Sam Mendes logró desafanarse por completo del cliché que esta situación trae consigo (volvemos al ejemplo de Austin Powers) y nos trae una secuencia imponente donde todos los elementos que vuelven al cine cine toman importancia. La nula iluminación en el rostro del villano, interpretado por un clásico Christoph Waltz, la destrozadora presencia de Dave Bautista en una escena similar a Game of Thrones, el ver a todos los miembros de la corporación hablando su propio idioma, demostrando el poder de la misma, así como su nivel de infiltración (por algo el pulpo es su símbolo), la ausencia de música, y sobre todo, el saber que todo es un artificio, pues saben que Bond se encuentra presente en la sala y dejan que se entere de lo suficiente para usarlo en sus planes. Una escena sublime a la cual se añadirán algunas otras pero que no logran el poderío que ésta junto al prologo logran recrear.
Es cierto que en el transcurso de la historia, Spectre como organización va cayendo por sí misma. Christoph Waltz arranca su participación como Ernst Stavro Blofeld alejándose del personaje que suele interpretar, pero en los últimos momentos parece que le es imposible zafarse de la situación y vuelve a ser el villano carismático y alocado que ya le conocemos. Vamos, que hay escena de malvado científico con gato de angora incluido.
Y dicha situación se repite en Andrew Scott, quien lejos de usar sus recursos histríonicos de los que hiciera gala en Pride recrea en todo momento a Moriarty. Y aún así es un placer verlo a sus anchas en la función. Daniel Craig lo borda como James Bond, y Ben Wishaw y Léa Seydoux hacen lo suyo con lo que les toca, pero dejan la sensación de que unos minutos más en pantalla les hubieran beneficiado. Y por si se preguntan, la tan sonada chica Bond mexicana aparece brevemente al inicio y solo tiene una linea.
Spectre cierra las pequeñas tramas inconclusas desde Casino Royale, pasando por Quantum of Solace y hasta Skyfall; Le Chiffre (Mads Mikkelsen), Vesper (Eva Green), Dominic Greene (Mathieu Amalric) y Silva (Javier Bardem), todos tienen su pequeño espacio en pantalla. La ya tradicional apertura musical es sobresaliente, gracias a ese temas que es Writing’s on the Wall de Sam Smith.
Spectre no es el fin de James Bond, pero de cierta manera viene a concluir la etapa de Daniel Craig con el personaje, ante los insistentes rumores de su partida. Entretenida, propositiva y bastante cool y espectacular, dejando un buen sabor de boca finalizada la función y con ganas de continuar el legado del agente. Algunas ideas quedaron a medias, eso es cierto, pero el recorrido vale la pena.
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