Grigori Rasputin: «Mi dios me ha revelado el nombre de la criatura, ¿quieres saberlo?».
Profesor Bruttenholm: «Yo sé como llamarlo. Lo llamo: hijo».
Hasta el momento, el trabajo de Guillermo del Toro había estado marcado por el éxito creativo en sus proyectos personales (Cronos, El Espinazo del Diablo) y las imposiciones creativas de Hollywood (Mimic, Blade II). De mi parte, considero a Hellboy, estrenada en 2004 -cuando las adaptaciones de cómic dejaban de lado esa mala fama al ser adaptaciones de cómic- como la unión perfecta de ambos mundos, al estilo del Burton de los noventa: realizar cine de autor al puro estilo de Hollywood.
Siendo su proyecto anhelado desde antes incluso filmar Mimic, Del Toro, en colaboración con Mike Mignola (creador del personaje), lograron traspasar fidedignamente el personaje de la historieta realizando una de las adaptaciones del noveno arte más interesantes, gracias a un reparto espectacular en lo artístico, más que en el nombre de las estrellas.
La trama arranca con un tétrico prólogo extraído en esencia de El Llamado de Cthulhu, obra primigenia de H.P. Lovecraft. En una remota isla del atlántico, el ala paranormal del Ejercito Nazi, en la búsqueda de la dominación mundial, abre un portal para traer a la tierra a Los Siete Dioses del Caos, ayudados por el aparentemente inmortal Grigori Rasputin.
Tras el sorpresivo ataque del Ejercito Estadounidense, las cosas salen de control y a través del portal un mono emerge. Los soldados le dan un nombre, no el más políticamente correcto pero sí el más acertado, un nombre que perdura hasta nuestros días: Hellboy.
Guillermo del Toro hila una trama bastante sencilla vitaminada con grandes dosis de acción y un diseño visual bastante contenido en cuanto a arquitectura más no así en criaturas. De sus cuadernos de notas emergen el diabólico y eterno demonio Sammael, así como del exótico Karl Ruprecht Kroenen (cuyas máscaras están inspiradas en máscaras chinas).
A través de los 112 minutos de película, conocemos poco a poco a los personajes, siendo una historia de orígenes sin pasar por ser la típica historia de orígenes (¿alguien mencionó las dos versiones de Spiderman?). Conocemos a los personajes gracias a sus acciones dentro del devenir de la acción. Hellboy -genial Ron Perlman en el papel- pasa de ser un niño caprichoso regañado por su padre a un hombre que busca saber su lugar en el mundo, así como Liz Sherman (Linda Blair, a quien siempre recordaré por su papel en Legalmente Rubia), piromaniaca atormentada por sus poderes. El que resulta un tanto simplón es el personaje del Agente Myers, quien se limita a poner cara de guapito tonto y darle deliciosas barras de chocolate a Hellboy.
En cuanto a la fascinación del cineasta por los relojes, el gran acróbata que es Kroenen resulta extraordinario, recordándonos vagamente a Santi de El Espinazo del Diablo, con ese corazón de reloj y sangre de arena. A su vez, Hellboy marca la primera colaboración del cineasta con Doug Jones, quien se involucra en la siguiente película de Del toro, pero que como Abe Sapien nos entrega de corazón a un buen secundario.
Hellboy funciona desde el inicio, y nos embarca en una aventura sencilla, como previamente mencioné, donde el enfrentamiento final con Rasputín responde más a la necesidad de dejar interrogantes a posteriores entregas y a mostrarnos el potencial como película que el director nos ofrece dándonos pistas de lo que sería En las Montañas de la Locura a su cargo.
El cuidado, el mimo que Guillermo del Toro confiere a su pequeño demonio es palpable en cada secuencia, en los detalles que confiere a cada personaje, en su desarrollo. Sin grandes explosiones, luchas cada tres minutos y un despliegue extraordinario de efectos especiales, Hellboy consigue lo que pocos blockbuster ofrecen en la actualidad: sano entretenimiento perfectamente disfrutable.
Fuentes: Guillermo del Toro Cabinet of Curiosities: My Notebooks, Collections, and Other Obsessions Hardcover
El post Hellboy, el hombre dentro del demonio | Especial Guillermo del Toro aparece primero en Plusbits Mx.